Gritaste mujer en la edad de Cromagnon
cuando la sota de bastos
con sus gestos y amenazas
hacían temblar las paredes de hormigón.
Gritaste mujer cuando el fuego de la hoguera
cubrían tus manos curanderos
con la savia de la madre tierra
con el agua que caía de sus grietas.
Gritaste mujer al casarte por herencia
maldiciendo cada día a aquel que te poseía
sin besos, sin caricias,
ni un te quiero te decía.
Gritaste mujer por derecho al voto
por una formación educativa,
por un lugar en la sociedad patriarcal,
por tener independencia, una identidad para ser y estar.
Gritaste mujer al parir a un hombre,
educarle en la libertad,
a caminar como hermanos
sin diferencias de raza, cultura
sino ser colectivo frente a los demás.